La pérdida del padre, es un hecho que moldea la vida de las niñas y sus futuras relaciones. Cuando el padre no está presente, permanece como "perfecto y que todo lo da", un rol muy difícil de llevar a cabo por otro hombre. Las hijas que crecen con padres, tienen la ventaja de vislumbrar lo que es un ser humano común en los hombres. Esto sin embargo, es muy dificultoso para las hijas sin padre ya que ellas idealizan a los mismos y mantienen una imagen de "papá" extraída de la fantasía.
Para analizar este tema, haremos referencia al estudio realizado por Elyce Wakerman en su libro "Father loss". El mismo realiza una exhaustiva investigación sobre mujeres que habían perdido a sus padres a consecuencia de muerte, divorcio o abandono.
¿Qué es exactamente lo que los padres le aportan a sus hijas? ¿Cómo es la relación padre-hija? Un buen padre suele ser un puntal que permite a las hijas lograr confianza en su feminidad y en su capacidad para lograr cosas, lo cual le permite reconocer y desarrollar los diversos aspectos de sí misma.
Los psicoanalistas, desde la época de Freud hasta ahora, reconfirman la importancia del padre en la formación de la identidad femenina de sus hijas. El padre es reconocido como el principal factor en la confianza de su hija en su feminidad. Estudios recientes destacan que una de las principales contribuciones del padre para el desarrollo de sus hijos, está en el área de la identidad de género. Él, más que la madre, es capaz de diferenciar sus expectativas, actitudes, actividades, y reacciones hacia sus hijos de acuerdo a su sexo.
Esto lleva a concluir que una parte fundamental del desarrollo del rol sexual de la niña, parece ser la positiva aceptación de si misma como una mujer. La particular relación del padre con su hija, parece muy importante para el desarrollo de su rol sexual. El padre puede fomentar la creación de una identidad femenina positiva, al tratarla como una mujer y animarla a comportarse de formas que son consideradas femeninas en la sociedad.
La imagen de la mujer como suave, atractiva, receptiva, cálida y comprensiva - una imagen creada y sostenida por la sociedad patriarcal - resulta ser engendrada, acertadamente, por nuestros padres.
Mientras que la madre puede servir como modelo de feminidad, es el padre el que motiva a la hija a imitar la conducta femenina. Para complacer a papá - el primer hombre que aman - las niñas tienen un interés profundo en el logro y perfeccionamiento de la noción socialmente aprobada de lo que significa ser mujer.
El aliento del padre por sus cualidades femeninas, naturalmente, influirá en la confianza de su hija con los hombres. La insinuante afirmación de su atractivo por parte del padre, le dará un sentido seguro de su progreso en el ámbito femenino.
La psicóloga Marjorie Leonard escribe: "no es suficiente que la madre esté disponible para su identificación. La niña también necesita la seguridad de que su padre la ve como una mujer incipiente, para que pueda tener confianza en que los hombres de su misma edad también la aceptarán."
El pensamiento psicoanalítico parece unido en su creencia de que el padre es la fuerza fundamental en la conformación de la identidad de su hija como una persona del sexo femenino. Como el primer hombre a ser atraído por sus encantos, su presencia es determinante en su posterior confianza como mujer.
Por ello es crucial para el desarrollo de la niña, el hecho de si su padre está a su disposición o no como objeto de amor, y si es capaz o no de ofrecerle su cariño.
Desde sus primeros días, las actitudes y expectativas de las niñas están siendo moldeadas por su padre. Debido a la fuerte posición que ocupa en su corazón, él más que nadie, está sutilmente transmitiendo el conocimiento de quién ella será.
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